El cine culto y el cine de culto. Dos maneras de enfrentarse a las películas que tienen muchas cosas en comn. No mueven masas. No ganan premios. Los circuitos subterráneos, las subculturas más furtivas y, sobre todo, el tiempo, acaban por extraer todo el meollo de las películas que se inscriben, sin saberlo, en estos parámetros. El boca a boca pone a todo el mundo en su sitio. Y para eso no hace falta publicidad, sino bares y redes sociales.
 Desde que el cine es cine, una audiencia alternativa ha convertido diferentes películas, algunas de ellas cultas, en cine de culto. Eso sí, la mayoría tratan temas polémicos, sexuales o simplemente versan sobre nazis que pelean contra zombies o sobre surferos que se cruzan con alienígenas venidas de un planeta con tres soles o sobre drag queens que bailan por las noches en bares de moteros afeminados. Siguen una corriente contracorriente. Son libres, extravagantes y provocativas. Se saltan los convencionalismos estéticos y narrativos. Son películas de culto. Y todas ellas pueden comprarse y alquilarse. Todas ellas pueden descargarse. Incluso, de vez en cuando, todas ellas pueden verse en algn canal de televisión despistado.
Pero existe una película de culto "”o mejor dicho, "la película de culto""” que traspasa la pantalla de forma figurada y de forma literal. Existe una película que nunca se podrá disfrutar en todo su esplendor en una televisión, por grande y plana que ésta sea. Existe una película sobre un dulce travesti de la transexual Transilvania. Esa película se llama The Rocky Horror Picture Show.
El argumento es lo de menos, y que el Dios de las Dobles Sesiones de Ciencia Ficción me perdone. Es más o menos esto: Brad Majors y Janet Weiss, después de una boda de unos amigos, quedan aislados y con el coche averiado bajo la lluvia. No les queda otra que refugiarse en el castillo del doctor Frank-N-Furter, el cual está obsesionado con la creación de una hermosa criatura de nombre Rocky Horror: un atractivo y musculoso hombre rubio con el que podrá dar rienda suelta a sus delirios sexuales. A partir de ahí, todo vale. Y más si te acercas a Espai Rambleta a verla. Pues se va a proyectar, interpretar y amenizar como mandan los cánones y los "horroritas".
Tradicionalmente, los "horroritas" (incondicionales del film) suelen ser parte de la película. Y más si hay actores, de carne y hueso, durante todo el metraje, que amenizan en directo la misma y representan la obra por delante de la pantalla en un travestido y visceral 3D. El pblico, además, contribuye con diferentes objetos durante ciertos momentos de la proyección. Objetos que te estarán esperando en Espai Rambleta. He aquí las instrucciones en orden narrativo (y de paso contamos algo más de la película):
Si eres de los que, como yo, odian el ruido de las palomitas en el cine o que alguien diga "¡mira, París!" cuando hacen un plano general de la Torre Eiffel, tienes que saber que con The Rocky Horror Picture Show todo está permitido: cantar, gritar, reírse sin vergüenza y, también, convertir la platea en una celebración de Nochevieja freak.
Ven a Espai Rambleta con la mente abierta y dispuesta o dispuesto a quedarte con la boca igual. Y si al acabar el espectáculo estás tan ansiosa o ansioso que lo ltimo que te apetece es irte a casa a escuchar programas deportivos en la radio, no te preocupes, tenemos preparado un fin de fiesta simbólico y espectacular con un karaoke pop con los grandes temas del glam. Desempolva tus grandes y peculiares galas y prepárate para lo que, a partir de ahora, puede ser tu película de culto.
 German Rubio by  http://www.apositivar.com/